Mi tía Elisa, después de dejar a su marido italiano en su pueblo, Rocca Imperiale, y tirar cada uno por su lado, se vino, como antes, a vivir con nosotros a Jaume Giralt.
Al cabo de un tiempo conoció a Gumersindo, vecino de su amiga Salomé, que había enviudado hacía algún tiempo, y no tenía hijos. Congeniaron y algún tiempo después, decidieron compartir su vida, por lo que mi tía se trasladó a su casa, en la calle Cruz Canteros, al lado del Paralelo.
Le llevaba casi veinte años a mi tía, pero Sindo, que así le llamaba todo el mundo, no aparentaba la edad que tenía y hacían buena pareja.
Mi tía Elisa y Sindo
Aún así, su aspecto diario era el de una persona sin posibles, pues se arreglaba las gafas rotas con esparadrapo con tal de no comprarse unas nuevas y era muy tacaño en las cosas más simples y cotidianas. A mi tía le costaba lo suyo convencerle de que la ropa había que lavarla más a menudo aunque "se gastara".
Sindo con mi tía
En mi familia se ha quedado la expresión "Es un Sindo", cuando nos referimos a alguien extremadamente tacaño.
En una excursión
Con mi hermana Gemma
Sindo y mi tía, con Gemma
en el Rompeolas
Mis padres y mi hermana Julia,
en casa de Sindo y mi tía
Mi tía y Sindo, en Sant Vicens
Mi hijo Jordi y mi sobrina Miriam
en Sant Vicens
Mi hermana Gemma,
al lado del pozo
Como la lata de pintura plateada era grande y había que gastarla como fuera, todo lo que pintaba era de ese color, parecía que estábamos en Saturno. Hace 40 años nadie había oído hablar del Síndrome de Diógenes, pero seguramente Sindo lo padecía.
Mis padres, mi hermano y mi tía Elisa
haciendo carne a la brasa
En un viaje que hicieron
Los sobrinos de Sindo, podridos de dinero, dueños de gasolineras e innumerables fincas, y que tan bien se habían llevado con mi tía, tuvieron prisa por desalojarla del piso que había compartido con su tío, por lo que tuvo que irse, ya que aún no estaba vigente la ley de parejas de hecho.
Mi tía no vio un céntimo de Sindo, ya que durante su enfermedad, alguien se aprovechó de la situación para quedarse las fincas, prácticamente gratis, haciéndole firmar documentos sin que él supiera qué significaban.
Como ya se había acostumbrado al barrio de Poble Sec, mi tía Elisa buscó un piso por la misma zona y allí sigue viviendo, ella sola.
La tieta Elisa