martes, 6 de marzo de 2012

29 - MI PADRE



      A los pocos meses de nacer Gemma, vinieron a casa unos primos de Madrid de mi padre. Ese mismo día tuvo que ingresar de urgencias mi madre por una apendicitis, por lo  que los familiares, al día siguiente, se marcharon, y mi padre se tuvo que repartir entre estar en el hospital con mi madre y estar con nosotros en casa. Como Julia era la mayor, hacía todo lo que podía en casa y mi padre por las noches preparaba la cena.


La familia al completo, y mi tía Elisa
entre Juanito y mi madre

        Mi padre se angustiaba mucho cuando alguno de nosotros enfermaba, y el hecho de que mi madre pasara unos días en el hospital le provocó a mi padre una depresión. Cuando salió del hospital, mi madre quiso pasar por una tienda de lanas de la calle Sant Pere més Baix a comprar unas madejas para hacernos unos jerseis, y mi padre hacía tan mala cara que la mujer de la tienda le dijo "Pero, si parece que el que haya estado enfermo sea él".


         Mi padre nunca se recuperó del todo de esa depresión y a partir de ahí empezó con problemas de salud. 


       En casa se pagaba un seguro médico privado, y nuestro médico de cabecera era el Dr. Joaquín Pardina Pascual, un hombre muy entrañable y al que apreciábamos.

    Cuando mi padre, le contaba al Dr.  Pardina sus temores por estar enfermo, él le decía que esa era su forma de ser y que dificílmente la podría cambiar. Le ponía como ejemplo que él, de joven, se colgaba del quicio de la puerta cada día para estirar su cuerpo y así ganar unos centímetros de estatura (era muy bajito), cosa que nunca consiguió. Sencillamente, era bajo, igual que mi padre era hipocondríaco. Lo que no quiere decir que no pudiera caer enfermo, como así ocurrió unos años más tarde.

    Recuerdo que una de las cosas que me gustaban de él,  es que todo lo sabía arreglar, en casa había muchas herramientas y yo las conocía todas, y si hacía falta alguna que no tuviéramos se la pedíamos al Sr. Pere, el vecino. Me encantaba curiosear en la caja de las herramientas. En el colegio presumía  diciendo a las niñas "Mi padre sabe arreglar mis muñecas y hasta los paraguas".


Mi padre en el Parc de
la Ciutadella

    A veces, nos contaba cosas de las que no habíamos oído hablar nunca, como que había un idioma internacional, el esperanto, y nos decía dos o tres palabras que se sabía. También un lenguaje para los ciegos, el Braille, que a mí me sorprendía tanto que unos puntitos pudieran leerse.


Qué gran idea tuvo Braille

   Me llamaba la atención que, cuando mi padre hablaba catalán con una persona mayor que él le tratara de "Vos", y a nosotros solía decirnos expresiones como "I un be negre amb potes roses", "Cuando seas padre, comerás huevos", o "Au, corra com un gos!" (en tono de broma) cuando nos mandaba a comprar el periódico para que fuéramos rápido.


Con mi padre y mi madre en una boda

      Cuando venía de trabajar lo primero que hacía era enviarnos a comprar el Noticiero Universal (venía de la calle y nos mandaba a nosotros, era bastante comodón). Aún recuerdo perfectamente el día que le traje el periódico y al leerlo exclamó "¡Hostia, han matado a Kennedy!", naturalmente yo no sabía quien era.

Estas imágenes dieron la vuelta 
al mundo

  Fue a él a quien oímos hablar la primera vez  del payaso Charlie Rivel. Nos explicó que era un payaso catalán que actuaba con una silla y una camiseta larga roja y su "Auuuuuuu", era internacionalmente conocido.

Una imagen de Charlie Rivel 
con su famosa silla

    Cuando teníamos alguna duda al hacer los deberes del colegio, él nos la aclaraba siempre que podía, ya que recordaba de cuando había ido al colegio algunos conocimientos de matemáticas, geometría, historia...

   Le gustaba sorprendernos trayendo a casa algún pequeño juego de mesa, como el Tangram, o dibujos con ilusión óptica.



Hacíamos infinidad de siluetas
con el tangram




¿Se mueven de verdad?

     Un día trajo un bote del que tapaba la etiqueta con la mano y, divertido, nos hizo probar a todos un poco a ver si adivinábamos lo que era. Yo dije "¡mermelada de castaña!",  y acerté.

      También le gustaba decirnos juegos de palabras como: "En cap cap cap que Deu deu deu" (En ninguna cabeza cabe que Dios debe diez), y no podía faltar el famoso "Setze jutges de un jutjat mengen fetge d'un penjat".


    Pero si le hacíamos perder la paciencia (tenía poca) no le costaba mucho arrearnos un tortazo, así que nos llevamos más de uno.

    Nos explicó la historia del porqué de  la imagen del perro escuchando el gramófono, de  la marca de discos "La voz de su amo".



 También la fábula sobre el arroz y el tablero de ajedrez, que tan increíble parecía:


«Ante la insistencia del emperador de la China para que un maestro de ajedrez le pidiera el regalo que quisiera como contrapartida de sus lecciones, accedió éste a recibir la cantidad de arroz resultante de poner un grano en la primera casilla, dos en la segunda, cuatro en la tercera, y así sucesivamente.
Al emperador le costó salir de su asombro —demasiado tarde—, cuando los cálculos del maestro de ajedrez mostraban que no bastaría todo el arroz de China para cumplir su promesa. El emperador, como la gran mayoría de homínidos, no podía pensar exponencialmente.»

(Citado del libro «Cara a cara con la vida, la mente y el Universo» de Eduard Punset.)

El número de granos de arroz sería 264 = 18.446.744.073.709.551.616 granos de arroz.

Aprendí un pequeño poema de Moratín que él nos enseñó:

Admiróse un portugués
de ver que en su tierna infancia,
todos los niños en Francia
supiesen hablar francés
"Arte diabólica es"
Dijo torciendo el mostacho,
"Que para hablar en gabacho,
un fidalgo en Portugal
llega a viejo y lo habla mal
y aquí lo parla un muchacho".

De vez en cuando lo memorizo y me acuerdo de cuando él nos lo decía. 


Mi padre, en los años 70


10 comentarios:

Eastriver dijo...

Entrañable retrato de tu padre... Mira, tu padre, dejando de lado la hipocondría, que ahora es algo muy moderno aunque muy molesto (ho dic per experiència, jajaja), tu padre era un hombre de su tiempo. Los hombres, en aquella época, tenían un papel muy marcado: ser el padre de familia. ¿Cariñoso con los hijos? No era su trabajo; su trabajo era educarlos y hacerlos hombres y mujeres de provecho. No me parece tan mal esa lógica.

Mari-Pi-R dijo...

Entrañable entrada amiga, hay que ver cuantos buenos recuerdos tienes de él, hay que decir que era un hombre que vivía por su familia y les hacia sentirse felices.
Un abrazo fuerte

Mª Trinidad Vilchez dijo...

Pues sí muy cariñoso el post,estoy de acuerdo con Ramón y Mari-Pi-R,tu padre era muy cariñoso y así han salido sus hijas.
Un abrazo y fantástico, muchas gracias querida Montse y un beso.

Montse dijo...

Eastriver, un día leí un artículo, creo que de Elvira Lindo, que decía que en nuestra época (la mía), si un padre decía a sus hijos que les quería, o era porque se estaba muriendo él o porque se estaban muriendo ellos, jajaja. Es así, no mostraban su cariño, pero creo que no hacía falta porque nos sentíamos queridos y protegidos. Ahora todo es de otra manera, no sé si mejor, ya se verá. Un abrazo.

Júlia dijo...

El papa al haber estudiado un poco durante la añorada República, tenia un poco de "culturilla" que cultivó después con la lectura diaria de la prensa, a pesar de ser una época gris para la enseñanza y aprendizaje.

En él vimos, aunque no sabia demostrarlo, el gran amor que tenía por nosotros y su capacidad y sentido común para solucionar los problemas cotidianos.

Hay que reconocer, que temíamos hacer los deberes de colegio con el, tenía poca paciencia y a veces la mano unpoco suelta, pero una vez que me dió sin tener yo la culpa, luego me pidió perdón, en aquella época eso era impensable, un padre núnca se disculpaba.

De él aprendimos mucho, yo siempre digo "como marido, mi madre sabrá como fué, como padre fabuloso".



Continúo encontrándolo a faltar.

Besos cariño

Montse dijo...

Sí Mari-Pi-R, nos acordamos mucho de él, como creo que debe ser, y aunque era serio y con un genio bastante fuerte, pasamos muy buenos momentos divertidos con él. Siempre le echaremos de menos.
Gracias, y un abrazo.

Gemma dijo...

Siempre.
Me hubiera gustado que hubiera conocido a sus 2 nietas más pequeñas, que nacieron después. Y a sus 4 bisnietos!! Todos tan guap@s!!. Besos

Montse dijo...

Cariñoso no era, Mari Trini, como la mayoría en esa época, pero no encontramos a faltar frases cariñosas, pues sabíamos que éramos queridos, igual que él por nuestra parte. Yo soy la menos cariñosa de mis hermanos, en eso he salido a él, aunque con la edad y la nieta he cambiado un poco y sí le digo a mi chiquitina "T'estimo". Bona nit, y un gran beso.

Montse dijo...

Julia, tú siempre has estado muy unida al papa, más que ninguno de nosotros, yo era más de la mama, supongo que por ser la pequeña durante 7 años, hasta que nació la Gemma. Y sí que aprendimos mucho con él, muchísimas veces pienso "esto nos lo contó el papa", y cuánto lo encontramos a faltar. "Esto lo sabría el papa" decimos muchas veces, y ahora que estamos redescubriendo nuestro barrio más, nos gustaría poder preguntarle tantas cosas...
Besos, bonica.

Montse dijo...

Gemma, sí es una lástima que no pudiera conocer a las dos últimas nietas y a la última generación, sus bisnietos. Me lo imagino llamándoles "micu" como llamaba a veces a sus nietos cuando eran pequeños "Hola, micu".
Besos, bonica.