miércoles, 14 de marzo de 2012

33 - LAS PLANAS



   A principios de los años 60, la Sra. Isabel, suegra de la tieta Dorín, compró un terreno en Las Planas para hacer una casa. Su nieta Laura, mi prima, era por aquel entonces una niña delicada de salud y pensó que el aire de la montaña le iría bien.

En Las planas, mi tía Gloria, yo, mi
prima Laura y mi hermana Julia

   Lo que compró más bien era una ladera, así que toda la familia participó activamente en comerle terreno a esa montaña a base de pico y pala para hacer un llano donde edificar.

Mi padre con el mazo y mis tíos
Angel y Fidel observando

Julia observa a mi tío Angel, agachado,
mi padre de pie y mi tío Pepito
con la pala

   Ibamos todos los domingos, cogíamos los FFCC en Pl. Catalunya, cargados con cestas para la comida, y bajábamos en la estación de Las Planas, y de camino hacia el terreno, por la carretera, cogíamos las piedras que habían caído por el terraplén desde las vías del tren y las llevábamos como material para la obra.


 La preciosa estación de Las Planas

   El camino más corto para llegar al terreno era por las vías del tren, así que muchas veces cogíamos ese atajo. Ibamos en fila india por el lado de la vía y cuando se oía un tren decían "¡Cuidado, que viene el tren, arrimaos a la pared!", y nos quedábamos quietos con el tren pasando a 50 cm. de nosotros. Ahora, cuando lo pensamos decimos "¡Era una barbaridad!, pero antes lo hacía todo el mundo y se veía una cosa de lo más normal.

A estos trenes los llamábamos
"borregueros"

   ¡Qué duro trabajaron...! Mi padre de los que más, ya que era el que más sabía de albañilería. Iban tíos, primos, todos a ayudar. Hasta los críos ayudábamos mojando los tochos en un cubo con agua. La carretera estaba abajo en un gran desnivel, así que para subir el material hicieron un torno con manivela para ello y a base de bíceps subían el cemento y los tochos.

Mi padre dándole a la manivela y Julia
observando, con un bonito
 collar de macarrones 


    Abajo, al lado de la carretera hicieron una caseta para guardar las herramientas y el material.

La caseta para el material


Mi prima Laura y yo jugando, 
y la pequeña Gemma mirando

   Más tarde, mi padre, ingenió con la vieja moto del tiete Angel, una máquina para subir el material, así, con la moto anclada en una tarima, la ponían en marcha con mi tío  montado encima, y al girar la rueda subía con un cable grueso la caja con los ladrillos y el cemento, sin esfuerzo. ¡Era todo un espectáculo! La gente que pasaba por la carretera se paraba y se formaban grupos de personas viendo cómo subían el material. Esa moto ahí arriba formaba parte del paisaje junto con la casa a medio construir.

 Mi tío Angel subido a la moto
y mi padre mirándola

Mi tía Aurora subida en la moto

   Domingo a domingo y todas las vacaciones de Semana Santa y verano se utilizaban para hacer la casa. Además de los que   estábamos siempre, unas veces venían unos familiares y otras veces otros. Pasamos muy buenos momentos toda la familia. 

Mi padre en plena faena

  Como allí todavía no teníamos agua, íbamos con varios cantis a llenarlos a la casa de los vecinos, Sr. Enric y Sra. Montserrat (ella fumaba puros), que tenían un pozo y nos lo ofrecieron amablemente.

Mi madre y mis tíos haciendo
carne a la brasa

   Durante las vacaciones, cuando aún no estaba la casa hecha, nos acostábamos en una caseta pequeña que tenían otros vecinos, Juanito y Fina, al lado de la suya grande. Poníamos colchones en el suelo y dormíamos todos juntos, riéndonos con los chistes y las ocurrencias de los tietes Jesús y Pepito, que eran los graciosos de la familia. Y cuando se tiraban un pedo, los niños nos partíamos de risa entre las protestas de las tietas, "¡guarro!" decían ellas.

Yo fuera de la caseta

La casa de los vecinos, y
mi madre haciendo punto

Mi padre

   A veces íbamos a la Font de la Mina o a la Font de L'alba, que estaban por los alrededores, a llenar garrafas con agua y cuando llovía íbamos a buscar caracoles, que metíamos en una jaula con "farigola" para que se purgaran, o "bolets" que mi padre distinguía muy bien cuáles eran buenos y cuáles no. Había muchos pinos con piñas, que aún verdes, colocaban en las brasas y se abrían mostrándonos sus deliciosos piñones y dejando un aroma inigualable. Luego, nosotros, con piedras partíamos los piñones.


Con mis hermanos y mis primos

La familia preparando las brasas

      Cogíamos madroños y moras, dulces y jugosas, no las he vuelto a comer igual.

   Hicieron una glorieta con una mesa y unos bancos hechos con ladrillo y cemento, y allí comíamos al aire libre. 


Mi hermana Gemma
encima de la mesa de 
la glorieta
La familia reunida comiendo en
la glorieta

   Detrás mismo de la casa estaban las vías del tren, por lo que el paso de los trenes era contínuo, aunque puedo asegurar que estábamos tan habituados al ruido que nunca nos molestó para dormir, de hecho, ni los oíamos siquiera.

Mi prima Laura, mi hermana
Gemma y yo

       Alguna tarde de domingo íbamos al merendero cerca de la estación, donde en una explanada a la que llamábamos "La Pista", bailábamos al compás de la música del tocadiscos.  Era la época del popular baile "La Yenka", y se llenaba de críos y jóvenes.         

La tieta Aurora preparando
un arroz. Detrás la casa iba tomando forma

      Uno de los mayores entretenimientos de la familia era jugar a las cartas; jugaban al "Remigio". Al principio apostaban 0,10 céntimos por carta, y años más tarde a 1 peseta. Con 80 o 100 pesetas estaban entretenidos toda la tarde.      


Mis tías Anita, Aurora y Dorín jugando
al "vicio" como le llamaban en broma,
con ellas  mi prima Laura

     Mi prima Laura y yo también jugábamos al "Remigio" pero sin dinero porque éramos pequeñas y no nos lo permitían. También hacíamos crucigramas y leíamos, entre otras cosas, la revista Garbo. Pero jugar al parchís era nuestro pasatiempo favorito; también teníamos uno para seis jugadores con el que nos podíamos pasar toda una tarde con una partida larguísima.

Teníamos un montón de 
números de Garbo

Mi tía Aurora con Gemma,
mi prima Laura y yo

    La casa poco a poco se fue acabando, era de una sola planta, pero enorme, con una gran cocina y un gran comedor. 

Mi padre en el tejado casi acabado
Yo con mi tía Dorín, mi hermana
 Gemma y mi padre

Mi tío Angel, mi primo Angelet,
mi hermana Julia y mi padre,
arriba la casa

Dentro de la casa, mis padres y mi tía 
Aurora con su hijo David

       Es una lástima, pero esa casa está ahora abandonada, ya no va nadie. Las circunstancias han querido que el bullicio que hubo durante esos años,  se haya apagado.

Mi tía Carmen con sus hijos,
y mi hermana Gemma

  Cuando mi tío Angel, el dueño de la casa, falleció, siguieron yendo mis tíos Pepito y Aurora, que pintaban la casa, quitaban las hierbas y la mantenían un poco hasta que  poco a poco dejaron de ir también.

La casa, un año que nevó
La casa........ ahora vacía y callada

11 comentarios:

Mª Trinidad Vilchez dijo...

Pero que precioso, menuda vida e historia, de verdad que esfuerzo para hacer la casa, y mira tod@s, felices y contentos, con la paella, la carne a la brasa, y vosotr@s, todos la mar de guapos y felices, Dios os bendiga a toda tu familia, por ser como sois, un beso y un abrazo querida Montse.

Montse dijo...

¡Hola, Mari Trini! uf, que cansadísima vengo, he ido a Barcelona con mi hija para comprarse ropa y hemos caminado todo el día. Muchas gracias por tus buenos deseos, guapa, ahora mismo voy a ver tu post que aún no he tenido tiempo. Un beso.

Gemma dijo...

Les Planes forma una parte muy importante de nuestras vidas, creo.
Domingos, Semanas Santas, vacaciones, etc.
!Que bien lo pasé allí!
Siempre llena de arañazos de las zarzas y de subir por todos los sitios. !Como disfruté!
Lástima que ya nadie la disfrute.
La gente que pasaba por la carretera y veía el montaje de la moto, alucinaba, jaja.
Un beso muy grande.

Júlia dijo...

Que bonita etapa la de Las Planas, gracias a ello pudimos salir de "vacaciones", porque en aquella época era impensable veranear con cuatro hijos, a no ser que fueras o tuvieras familia en algún pueblo.

Los niños lo pasamos muy bien jugando por aquellos parajes, mojándonos los pies por el riachuelo que había... no teníamos tiempo de aburrirnos.

Cuanto llegaron a trabajar en los muchos años que duró la construcción de la casa, en donde todos colaboramos y tanto disfrutamos.

La moto fué todo un espectáculo y causó mucha admiración por la idea tan ingeniosa para subir el material por una gran pendiente.

Bonitos recuerdos, parece que fué ayer o anteayer...

Bona nit cariñete.

Gemma dijo...

Y ahora que me he fijado en la foto de la nieve. ¿Que hacía yo en la nieve con falda y calcetines? Jajaja.

Montse dijo...

Gemma, íbamos siempre con las piernas señaladas y con moratones, pero cómo disfrutamos. ¿Y cuando me clavé el tenedor con la oliva en la lengua? me acuerdo de veces...Lo de la nieve y la falda me recuerda la foto mía del Paseo San Juan nevado que estoy con falda y botas de agua, con eso de que "los niños no tienen frío",
Un beso muy grande, cariño.

Montse dijo...

Julia, ¿Y cuándo se metían las botellas de vino y gaseosa en la riera de abajo para que se enfriaran?
Cogíamos ginesta también, que ahora no se puede.
Sí lo hemos pasado muy bien y es una lástima esa casa ahora.
Un besooo.

Josep dijo...

Ostres, Las Planas!! Anda que no he pasado domingos con mis padres, y cuando era más grande iba con los amigos y amigas a algún merendero.

Montse, lo de la moto no tiene precio, he tratado de ampliar la foto para ver como podia haber hecho aquella grua. Supongo que no solo sería la moto, tenia que haber algún otro artilugio para que no cogiera velocidad.
Una casa muy chula para hacerla alguien que no era albañil y además sin arquitecto.
Un 10 Montse.

Un petó.

Montse dijo...

Josep, el día que retiraron la moto porque se había terminado de hacer la casa, parecía que algo faltaba, tan habituados que estábamos a tenerla ahí. Seguramente, como dices llevaría algún artilugio incorporado para la velocidad, mi padre tenía mucha idea para las cosas.
Para hacer la casa tenían los planos que les hizo un arquitecto, pero después mi padre era el "maestro albañil" que guiaba y ejecutaba la obra, ya que de joven había trabajado en ello. Estaba muy bien hecha y era muy espaciosa.
Un petó.

Mari-Pi-R dijo...

Que entrañable todo, con la ayuda de toda la familia se conseguir una buena casa para disfrutarla todos juntos.
El llevarse bien y estar unidos da el fruto.
Me maravilla siempre todas las fotografías por esto tienes tanto que contar con ellas.
Besos fuertes Montse y sigue con tus preciosos escritos

Montse dijo...

Gracias, Mari-Pi-R, los años de la construcción la disfrutamos toda la familia, pero una vez acabada llegaron las enfermedades de unos o de otros, que truncaron ya la alegría en Las Planas. Ahí está sola y abandonada, me da una lástima...
Muchos besos.