viernes, 16 de marzo de 2012

34 - ALCOHOL, TABACO, CROMOS...


   En nuestra calle, justo al lado de nuestra escalera, había un carpintero gallego, Raimundo, que hizo fortuna. El olor de la madera se impregnaba por todos lados y el ruido de la sierra era incesante. Tenía varios trabajadores y acabó comprando la finca dónde vivíamos. En una ocasión le pidió a mi padre si podía hacer los cálculos de los gastos de escalera, pues quería hacer unas reformas,  a lo que él accedió desinteresadamente. Una vez hecho, le obsequió con varias botellas de licores, cava y vinos.

La botella de Pisco servía luego
como decoración
Los Aromas del Montserrat

Este decían que iba bien
para la digestión

  Se lo tomaron nuestros familiares cuando venían a casa, porque a mis padres no les gustaba el alcohol. A mi madre no se le podía acercar nadie con un vaso de vino en la mano porque  le daba asco olerlo ("el olor me ofende", decía ella), cuando cocinaba pollo rustido o cualquier otra receta en la que hubiera que echar vino, cogía la botella con dos dedos y se lavaba las manos enseguida. Y a mi padre no le gustó nunca, si acaso en Navidad un dedito de cava para brindar. En casa, en las comidas, se bebía básicamente agua o gaseosa. Pero siempre había botellas de Cointreau, Licor 43, Aromas de Montserrat, etc., para las visitas.

En Navidad, mi padre al lado de mi 
hermana Julia, brindando con un
poco de cava

   La fábrica Deslite, donde trabajaba mi padre, organizó, en una ocasión, una excursión a las cavas Codorniu, en Sant  Sadurní de Noia, unas cavas enormes donde se notaba un olor muy penetrante al cava fermentado. Mi madre acabó totalmente mareada sólo de olerlo.


Esta postal pertenece a una serie
que se compró ese día en las cavas

Hasta la foto parece emanar ese olor

     Pero mi padre tenía una adicción, que era el tábaco, fumaba muchísimo, primero Ideales, luego Celtas, luego Ducados. En una ocasión, de madrugada, sintió ganas de fumar y se levantó para hacerlo, pero dió la casualidad de que, justo ese día, habían olvidado comprar cerillas y no había ninguna por casa. Tuvo la  paciencia de desmontar la plancha para acceder a la resistencia y poder así encender el cigarro a altas horas de la noche. La de peloteras que le había armado mi madre, y con razón, por culpa del tabaco, incluso había quemaduras en las sábanas, con el peligro que conllevaba.


   La imagen de mi padre con un  cigarro en la mano, es la que tengo grabada desde pequeña.

Mi padre con el cigarro en la mano

Esta cajetilla que marca
 0,75 pts. la tenía mi padre.
La guardo como recuerdo

    Cuando mi padre enfermó de anemia aplásica, siguió fumando, y un día el médico se enfadó con él y le dijo que hasta que no dejara el tabaco no quería volverlo a ver por la consulta.  Lo dejó de la noche a la mañana, y luego les recomendaba a sus hijos fumadores que lo dejaran, que ojalá él lo hubiese hecho antes. Yo he sido la única de sus hijos que no ha fumado, pero ahora ya sólo fuma Juanito, ojalá que lo deje ya, ahora que ya es abuelo.

Mi padre leyendo el diario

     En otra salida organizada por Deslite, fuimos a la matanza del cerdo en Bagá. 


   Después de fotografiar como a una figura estelar todo el público asistente  al pobre cerdo, se procedió a matarlo delante del personal, niños incluído. El pobre animal, agarrado entre tres o cuatro hombres,  emitía unos lastimosos gruñidos consciente, creo yo, de lo que le esperaba. No paró de gritar  hasta que se desangró .


Qué poco se imaginaba el cerdo
como iba a acabar

   Bien es verdad que en el ambiente rural se sigue haciendo de esta manera, la matanza es una fiesta y lo celebran como tal, ya que sus productos forman   parte  de su despensa, pero dudo que yo, ahora, pudiera verlo tan tranquilamente. Aunque el jamón ibérico está muy rico.


      Allá por el año 1966, más o menos, salió una colección de cromos, que fue un fenómeno de masas, encandiló a personas de todas las edades, se trataba de "Vida y Color".


Portada del álbum
Los cromos eran preciosos

   Entre mi tío Pepito y yo hacíamos la colección, y cada día, cuando él llegaba de trabajar, a eso de las 7 de la tarde, nos íbamos los dos con nuestros cromos repetidos a la Plaça de Sant Agustí Vell para cambiarlos.

Flora...
Fauna...
Tribus africanas...

    Se reunía una verdadera muchedumbre alrededor de la fuente que había, y sigue habiendo, en el medio de la plaza, junto a un quiosco donde vendían los sobres de cromos. 


Alrededor de la fuente
nos reuníamos

   Cambiábamos los repetidos con unos y otros y también comprábamos algún sobre. El último que nos faltaba para acabar la colección era "Pato mandarín", y cuando uno de los presentes nos lo facilitó, le regalamos el gran montón que teníamos repetidos. Nos fuimos a casa más contentos que unas pascuas. 


Los cromos dobles eran difíciles
de conseguir


  Pero la verdad es que luego encontré a faltar esas idas a la plaza y la emoción de encontrar los que nos faltaban , y deseé que volviera a salir una colección tan popular como aquella. Nunca más ocurrió. 



Mi tío Pepito disfrutaba
tanto como yo, 
con los cromos


   Pero yo me entretenía con cualquier cosa. Con unas tijeras y unos recortables de muñecas me podía pasar el día entero recortando.


¡Tenia un arte recortando...!

        Aunque también me gustaban los recortables de casas y castillos.

Aquí era cortar y pegar
Usaba pegamento IMEDIO




15 comentarios:

Mª Trinidad Vilchez dijo...

Maravilloso post, en las casas se tenían esos licores para las visitas, así se ponían muy contentos y alegres con una copita, en mi casa me acuerdo que ponían Marie Brizard...!!!
Un millón de gracias por tus recuerdos que son muchos idéticos a los nuestros, un beso Montse.

Montse dijo...

Y la botella de Marie Brizard llevaba una campanita, Mari Trini. Mis padres eran los únicos de la familia que no bebían, todos los demás tíos sí lo hacían,¡algunos como cosacos, jajaja!
Un beso y BFDS.

Montse dijo...

Mari Trini, me he equivocado, la botella de la campanita era Bendor, me lo ha recordado mi hermana Julia, y nos hemos reído ahora mismo por el teléfono, porque dice que nadie se va a creer que no se bebía en casa, en la foto hay tantas botellas de cava que toca a una por persona,jajaja.
Besos.

Mari-Pi-R dijo...

Sabes Montse mi padre también fue un gran fumador pero no envejeció ya que el tabaco se lo llevó.
Las buenas bebidas, nosotros cuando vamos a España siempre nos traemos la botella de Maria Brizard, por aquí no hay.
Un abrazo y encantador post

Júlia dijo...

En esa época, yo creo, que en casi todas las casas había una botella de Pisco comprada o regalada, con la intención de luego hacer una lampara, nosotros llegamos a hacer el agujero en la base para pasar el cable, pero creo que se quedo en eso. También estuvo de moda una bebida a base de alcalchochas, una especie de aperitivo con un sabor amargo, malísimo que se llamaba Cynar y yo creo que se quedó eternamente en los muebles bares de la época.

Dichoso tabaco, ojala no lo hubiéramos conocido núnca, has sido la más sensata de todos, (pero que bueno estaba) espero que nuestro hermano se una al grupo de "los no fumadores".

Menos mal que poco a poco (espero que así sea), se van eliminando esos espectáculos de tortura de animales que dice mucho de la sociedad en que vivimos.

Actualmente las colecciones de cromos son a unos precios desorbitados y con menos encanto, ya lo comprobarás dentro de poquito con tu nieta Eírin, yo ya estoy en ello.

Bueno bonica, entre los licores... las fotos... tengo una "pea", que me voy a dormir la "mona". Petonets.

Me voy a dormir, tengo una "pea", entre los licores y esas fotos

Júlia dijo...

Pués lo dicho, como veo doble, lo repito ja,ja,ja (que no, que ha sido un error)

Montse dijo...

Siento que tu padre no llegara a envejecer, Mari-Pi-R, el mío tampoco llegó, se fue con 68 años. La ley antitabaco, a pesar de las críticas que tuvo (nunca llueve a gusto de todos), ha logrado que mucha gente deje de fumar. Hace mucho que no tomo una copita de Marie Brizard, y me gustaba por lo dulce que es.
Un beso, guapa, y buen fin de semana.

Montse dijo...

Jajaja, Julia, ¡que sí, que te has "enmonao"!
¡El Cynar! ahí debió empezar la famosa dieta de la alcachofa. Teníamos hasta unos vasitos con el nombre.
Me tendré que poner al día con los cromos, a ver los que le gustarán a mi niña, seguro que los de Pocoyo, que ya lo conoce.

Petons!!

Eastriver dijo...

Ya te lo he dicho en alguna otra ocasión: tus recuerdos parecen los míos. En casa sí bebían mis padres, pero nada, un carajillo después de comer los domingos y ya está. Los demás días un poco de vino con gaseosa, pero de licores nada, también para las visitas.

En casa se tomaba una cosa extraña que ya casi no existe o no usa casi nadie: litines. Había unos sobrecitos que diluías en un libro de agua y era como agua carbonatada. Eso fue antes de la aparición de la gaseosa, o bueno, al menos de su aparición por casa. En cambio no fuimos aficionados al sifón, que era una bebida que había en muchísimas casas...

A lo que también asistí una vez fue a la matanza del cerdo, que vi con total impunidad, un poco con esa crueldad del niño, y que ahora no soportaría. Y respecto a los cromos, yo también tuve mi colección querida, la de la primera parte de La guerra de las galaxias. Luego vinieron otras pero ninguna fue como aquella. Recuerdo que había muy pocos de algún número, la editorial lo hacía expresamente, ponía poquísimos de algún número y así comprabas y comprabas, o cambiabas, para completar la colección.

Eastriver dijo...

Ah, lo que me ha dejado de piedra es lo del Pisco. Se trata de una bebida peruana. Una amiga fue a Perú hará cosa de ocho años y se trajo una botella de Pisco y nos invitó a probarla... Y nosotros la probamos como si fuera una cosa totalmente nueva, que aquí no se había visto nunca. Y fíjate, ahora me encuentro en tu entrada esa botella de Pisco antigua...

Montse dijo...

Los litines, Eastriver, en mi casa no se bebía, pero cuando salía el tema de que en Madrid no había playa, yo decía que los madrileños se debían lavar los pies con agua de litines o gaseosa, jajaja, como si allí no tuviesen agua.

Lo de hacer pocos números de ciertos cromos, siempre se ha hecho, claro, era una estrategia de la editorial. Pero ahora me acuerdo que cuando te faltaban unos cuántos y no había forma de completar la colección, escribías a la editorial con la numeración que te hacía falta y ellos te la enviaban, no sé si ahora se debe hacer lo mismo.

Referente al Pisco, había dos clases de botellas, la de la cabeza y la del cuerpo entero, incluso traían de regalo llaveros con la figurita.

Un abrazo.

Gemma dijo...

Yo creo que nunca acabe ninguna colección.
Las muñecas recortables!! Me gustaban mucho. El rato que pasaba nada más recortándolas.
Como siempre, emotivo Montse. Un besazo.

Montse dijo...

Gemma, también hice la colección de la familia Telerín, pero no la acabé. Ay, se me ha olvidado poner la familia esta en el post de hoy que trata de la tele.
Menudo meneo le dábamos a las tijeras.
Besos, bonica.

Unknown dijo...

Raimundo el carpintero era mi abuelo.
Saludos!

Montse dijo...

Anónimo nieto de Raimundo, entonces debes ser hijo/a de su hija Rosita, la recuerdo!
Gracias y saludos!