jueves, 22 de marzo de 2012

37 - UN VERANO EN TAMARITE DE LITERA


   Mi tía Aurora tenía un pariente lejano en Tamarite de Litera (Huesca). Joaquín, que así se llamaba, tenía pensado hacer un nuevo gallinero, ya que el que tenía era una pequeña choza en ruinas. Así que nos propuso pasar las vacaciones de verano en su casa mientras mi padre, que sabía albañilería, y mi tío Pepito construían el gallinero.

 Joaquín

El viejo gallinero y los ladrillos
nos estaban esperando

Mi hermana Gemma 
con las gallinas, y 
detrás el gallinero viejo

   Allá nos fuimos, menos mi madre y mi hermano Juanito que se quedaron en casa, ya que él había empezado a trabajar y mi madre no quiso dejarlo solo, y supongo que así también descansaba un poco de todos nosotros. Mi prima Laura vino también con nosotros. 

Mi prima Laura y yo
(la de rosa)

Laura, Gemma y yo, con melones. 
Detrás, el maizal


Julia con la hija de Joaquín, 
Araceli

   En tres semanas entre mi padre y mi tío Pepito construyeron el gallinero.  Nosotras, como en Las Planas, ayudábamos mojando los tochos en un cubo con agua. Quedó estupendo, y Joaquín muy satisfecho.

El espléndido gallinero, por delante...


...y por detrás

La casa donde vivían
El piso de arriba lo 
utilizaban como granero

Laura y yo, cogiendo judías tiernas

    Mientras tanto, nosotras disfrutamos de la vida en el campo, con sus cerdos, gallinas, huerto... Tenían una mula que se llamaba Castaña, y tres perros llamados Sara, Hueso y Yeyé.


      Había una pata con sus patitos que siempre iban detrás de ella, y una vez que se me ocurrió tocar a uno, se me echó la mamá pata encima persiguiéndome furiosa,  ya no volví a intentarlo nunca más.


      Una mañana apareció una culebra bastante grande en el árbol que había enfrente de la casa, y mi tío la mató ante el temor de que se metiera en la casa. Le costó bastante acercarse a ella, porque la serpiente le plantaba cara queriendo atacarle. 


Gemma, con Hueso

Aquí con Castaña

Gemma se lo pasaba bomba
con los animales

   Cuando un melón no salía muy bueno, lo llevábamos para las gallinas, lo tirábamos con fuerza al suelo para que se abriera y venían las "titas" corriendo desesperadas a comer.

    Cerca de allí había una gran balsa de agua a la que llamaban "el pantano", y alguna vez fuimos a bañarnos, aunque no con mucho agrado ya que en el agua habían muchas plantas y nos daba manía meternos.

   Recogíamos tomates, melones, judías tiernas, y hasta alfalfa. Trillábamos la era (lo encontrábamos muy divertido) y hacíamos conserva de tomate.

Laura y yo cogiendo tomates

Mi padre, mi tía Aurora y Gemma
trillando la era, con Castaña

     En fin, todo lo que se suele hacer en el campo, que a mí me gustó mucho, y que a los mesoneros les fue muy práctico porque tuvieron mucha ayuda en todo, incluso para cocinar ya que lo hacía siempre  mi tía Aurora, afortunadamente, que era una excelente cocinera.

         Nosotros habíamos llegado a la casa cargados de comida y de vez en cuando nos acercábamos al pueblo, donde había una sola tienda en la que vendían absolutamente de todo, desde alimentos hasta aperos agrícolas  pasando por calzado y ropa, y cargábamos otra vez de todo lo necesario para la comida. Los dueños de la casa de vez en cuando mataban un pollo o un conejo, y comíamos los melones y algo de verdura del huerto.

Laura y yo detrás del trillo

     Fue un verano estupendo para nosotras ( hubo más veranos y más pueblos), y me hubiera gustado que mis hijos también hubiesen tenido la oportunidad de pasar algún verano igual y conocer la vida rural.

     Antes de que naciera mi hermana Gemma, ya había  estado con mis hermanos Julia y Juanito en otro pueblo, Mas d'en Bosc, cerca de Rodonyá (Tarragona), en casa de una familia conocida de nuestros vecinos.

       
Estuvimos en casa de Montse y Mª Rosa, 
en el medio de ellas, mi vecina Conxiteta

     Recuerdo muy poco de la casa ya que yo era muy pequeña, pero sí del pueblo que era simplemente una calle con una hilera de casas a cada lado y con escasos vecinos.

     No tengo fotografías del lugar, pero hemos  encontrado esta imagen por google, 


Sigue siendo una calle solamente

    También recuerdo haber hecho excursiones campestres por los alrededores, y estar tumbada en un campo repleto de manzanilla, oliendo el  aroma que despedía esa planta. 


     Cogíamos hinojo, y nuestra vecina, la yaya Conxita, lo maceraba con agua durante la noche y a la mañana siguiente, nos lo hacía beber para abrirnos el apetito.

       Tengo que volver algún día a ver si encuentro el lugar, veo que no está tan cambiado y quizá lo reconozca.

10 comentarios:

Mª Trinidad Vilchez dijo...

Pero qué recuerdos más preciosos y que fotos más lindas, os habéis pasado una niñez de vedad preciosa y cuantos recuerdos que tenéis, menudo blog que has hecho querida Montse, vale un imperio como tú, y cada día mejor y más bonito, es maravilloso, me gusta mucho, lo leo varias veces, antes de escribir un comentario, y muchas veces me quedo sin palabras, es maravilloso así de sencillo te lo digo.
Te felicito Montse, y gracias por compartirlo, es tan sensible y genial que muchas veces me emociono, es un lujo tenerte, Gracias.un beso.

Montse dijo...

Muchas gracias, Mari Trini, sí que pasamos una buena niñez y ahora, recordándola, me doy cuenta de que la aprovechamos bastante e hicimos muchas cosas.
De verdad que me hubiera gustado que mis hijos hubiesen veraneado en algún pueblo, como yo, pero las circunstancias son las que son, en cada momento, y no tuvieron ocasión.
Un beso.

Mari-Pi-R dijo...

La cantidad de recuerdos que tienes y la suerte de poderlos documentar con todo tu riqueza de fotos, hay que ver la cantidad que tenéis, si bien recuerdo creo que era tu padre quien las hacia, poco se debía imaginar que tu las ibas a utilizar tan bien en un futuro, para unir todos los entrañables recuerdos.
Besos Montse

Montse dijo...

Desde luego, Mari-Pi-R, si mi padre viera el uso que hago de sus fotografías estaría muy contento y se emocionaría, mi madre también disfruta viéndolas y recordando las historias.
Un beso.

Júlia dijo...

El año anterior a la construcción del gallinero, se estuvo allí unos días (no recuerdo cuantos), el papa hizo pequeñas mejoras en la casa y fuera de ella, el se entretenía y a Joaquín le beneficiaba esas "chapuzas".

Cuando volvieron a invitarnos y llegamos a la casa, al papa le cayó el mundo encima cuando vió todo el material que tenian preparado. Se pasó todas las vacaciones trabajando desde la primera hora del día hasta la última.

En el fondo valió la pena por lo bien que lo pasasteis, sobre todo tú, la Gemma y nuestra prima Laura.

Sólo recuerdo pequeñas cosas de estas vacaciones, no tengo muchas imágenes del paisaje y a veces dudo si yo estuve ahí.

Que guapas estais ejerciendo de "campesinas". Petonets bonica.

Gemma dijo...

Ese perro "Hueso" es el que se comió mi chupete!!!!
Dicen que la memoria guarda sobre todo los olores; cuando huelo un melón muy, muy maduro me recuerda a esas vacaciones. Y eso que era pequeñita.
Vaya chalet les hizo el papa a las gallinas!
Un beso

Montse dijo...

Julia, me bailaban en la cabeza las imágenes de Tamarite y no encontraba conexión entre ellas, ahora al recordarme que estuvimos dos veces le encuentro más sentido. Qué listo era Joaquín, "Venid a casa a pasar unos días...", para trabajar el papa, claro.
El se pasó el verano trabajando, pero lo pasamos bien, siempre nos ha gustado el campo y disfrutamos dando de comer a las gallinas y todo lo demás.
Juanito me ha llamado y me va a enviar por mail una foto de Mas den Bosc, que ha encontrado por google. La incluiré más tarde, cuando llegue a casa.
Besos.

Montse dijo...

Gemma ¡queremos un chalet como el de las gallinas!
El pobre Hueso fue la excusa para quitarte el chupete, ¿te acuerdas de lo juguetona que era Yeyé?, era una perrita muy jovencita y muy mona.
El olor a melones maduros nos traslada a la infancia, por unos motivos u otros. No sé la pila de años que hace que no huelo un melón maduro, no huelen a nada ahora.
Besicos.

Josep dijo...

Montse, no quiero repetir todo lo que te han dicho, que es verdad todo.
Yo lo que quiero decir es que os veo a todos haciendo cosas que ahora ningún niño es capaz de hacer. Cojer una gallina!!
De verdad, aqui en el pueblo cuando se celebran "Els Traginers" que es como "els Tres Toms" no hay ningún niño que se acerque a un caballo, a los burritos si, y suben y bajan de él como si fuera de cartón. Pero luego hay payeses que traen sus cabritas, patos, y todo esto....y los niños no son como tu.
Lo has pasado en grande. Felicidades.

Un petó.

Montse dijo...

Josep, tienes razón, ahora es difícil que un niño coja a una gallina con tanta soltura como mi hermana Gemma, parecía que lo había hecho toda la vida, jaja.
Sí nos lo hemos pasado muy bien, sí, ha sido una buena infancia.
Gracies, un petó.