martes, 7 de febrero de 2012

15 - VICISITUDES DE LA VIDA


     Mi tía Anita le pidió a mi madre que realquilara en casa a una prima de ambas, Ana, de la que era muy amiga mi tía, y de esta manera, se ganaría algún dinero que iría muy bien para la economía familiar.
   
    Ana, que a mí me llamaba "mimí" como lo hacían unas vecinas, era una persona muy maniática, que incluso lavaba la carne con agua y jabón. 

     Un día, esta prima acusó a mi madre de haberle robado unos cubiertos de plata, algo que, por supuesto,  no era cierto, y mi madre indignada la echó de casa. La acogió un breve tiempo en su casa una vecina nuestra (que siempre sembró cizaña entre todos) y entre las dos pusieron verde a mi madre. Sin embargo lo de "pobre, pero honrada" era algo aplicable sin ningún género de dudas a mi madre.

Mi madre


¡La que lió Ana con los dichosos
cubiertos!

     Mi madre, que tenía un gran disgusto, fue a casa de su tía María, la madre de Ana, y le explicó lo que le había hecho su hija. Esta le rogó que no se lo tuviera en cuenta, que en una pensión en la que estuvo ocurrió exactamente el mismo episodio y resultó que los cubiertos los tenía ella misma, igual que esta vez. El novio de Ana, que se llamaba Rosendo y que era una buenísima persona, también le pidió a nuestra madre que la perdonara, ya que sabía que era una persona maniática y fantasiosa. Mi madre la perdonó pero no volvió a acogerla en su casa.


   Le tocó hacer la Primera Comunión a nuestro hermano Juanito, pero no había dinero para pagar el traje, y por aquel entonces nuestra madre iba a fregar a casa de un jefe de nuestro padre, un hombre que era buena persona y que se había casado con su criada, un "piojo resucitado y más mala que la tiña", como la calificaba mi madre. La nueva señora rica, que trataba a mi madre déspotamente,  estaba en un grupo de damas de la Beneficencia, y gracias a su marido, que intercedió para ello, consiguieron un traje de marinerito para nuestro hermano. El día de su Comunión se levantó con una fiebre muy alta, pobrecito.

Juanito y su traje de marinero
Con mis padres
Las tías Anita, Elisa y Aurora, y delante,
mi tía Gloria, Julia, Juanito, el vecino 
Jordi y yo

   Nuestra madre tenía que hacer equilibrios para llegar a final de mes, y cuando no podía, tenía que recurrir a un prestamista de la calle Carders para que le dejara algo de dinero que luego, lógicamente,  tenía que devolver con intereses.


   En alguna ocasión , siendo muy pequeña,  recuerdo haber ido con mi madre al  Monte de Piedad, que estaba en la Pl. Sant Pere, para empeñar algún enser doméstico, una manta...o las licoreras que les regalaron para la boda, y así conseguir dinero para hacer frente a algún pago inminente.


Mi madre y yo

Aquí estaba Monte de Piedad

  Todo esto lo hacía sin que nuestro padre lo supiera, porque si se enteraba montaba en cólera debido a su orgullo. No entendía que los pobres, a veces, se tienen que tragar el orgullo si quieren comer. Fuí varias veces con mi madre a casa de ese señor, el prestamista,  creo que se llamaba Antonio, entonces yo no comprendía para qué, y de mayor lo ves todo claro.

  También alguna vez había pedido dinero prestado a la suegra de su hermana Dorín, la Sra. Isabel, que se ganaba bien la vida porque era una especie de curandera y medium.


   La yaya Isabel tenía una gran verruga encima del labio y nos decía que era la verruga de la sabiduría. Recuerdo que, cuando estaba en casa de mi tía Dorín, jugando con mi prima Laura, a veces venían personas y se encerraban en el comedor con su abuela para pedirle consejo y ayuda sobre algún tema que les preocupaba. Mi primo Angelet, hermano de Laura, se burlaba de su abuela y ella le decía que cuando se muriera vendría a estirarle de los pies cuando él estuviera durmiendo en la cama.

Julia, mis primos Laura y Angelet, 
la del tronco soy yo

  Cuando nació nuestra hermana Gemma yo tenía 7 años,  y la yaya Isabel  me ponía delante suyo y decía unas oraciones extrañas para evitar que yo tuviera celos de mi hermana. Yo no comprendía la necesidad de esas historias. Nunca, nunca tuvimos celos entre los hermanos, siempre nos hemos querido muchísimo.

Con mi madre y la chiquitina Gemma

     A mí me gustaba ir a casa de la tieta Dorín, que vivía en la calle Tantarantana, a jugar con mi prima Laura, quien tenía unos cuentos troquelados preciosos y muy buenos juguetes. Recuerdo que tenían "un disco de la risa" que lo ponían en el tocadiscos y se oían unas risas que acababan contagiándote y no podías parar de reir.




             Este cuento era precioso            
  
Este resultaba inquietante...






14 comentarios:

Mari-Pi-R dijo...

Llegar al fin de mese nunca fue fácil incluso en los tiempos actuales.
Siempre ha sido duro en muchos hogares, nosotros también tuvimos de lo nuestro en muchas épocas.
Un abrazo

Tot Barcelona dijo...

sigue ¡¡¡ esto promete ...

Montse dijo...

Sí, Mari-Pi-R, los finales de mes siguen siendo los quebraderos de cabeza de muchas familias, esto siempre ha sido así y seguirá siéndolo, ahora mucho más patente con tanto paro y trabajos poco remunerados. Antes era Monte de Piedad y ahora es Cash Converter, la cuestión es conseguir dinero desprendiéndose de algo que seguramente muchas veces, será duro hacerlo. Un abrazo.

Mª Trinidad Vilchez dijo...

Vaya con la señora, y no has dicho su final, quien mal anda mal acaba...
Y que guapos estáis en todos sitios, en la Plaça Catalunya, pues sí que teneis fotos y recuerdos, maravilloso, pero algo triste, si llego a estar yo allí, le doy con los cubiertos de plata.
Un abrazo muy fuerte precioso post.
Un beso Montse.

Montse dijo...

Me has hecho reir, Mari Trini, con lo de darle con los cubiertos, seguro que mi madre se quedó con las ganas, jajaja. Se fue a vivir con los años a no sé qué barriada de Barcelona y actuó como si nunca hubiese pasado nada. Siempre fue una mujer rara y su misma madre decía que le faltaba un tornillo, así que...
Muchos besos.

Montse dijo...

Miquel ¡Yo...sigo! cómo decía áquel, no recuerdo cómo se llamaba ¡cómo no era de mi familia, no me acuerdo! Saludos.

Josep dijo...

Ay Montse!, me haces acordar de la "farmacia del senyor Carlos". -que por cierto lo buscaré por google-.
Era un doctor republicano, y los nacionales solo lo tubieron en la cárcel un par de años, pero le retiraron el titulo de doctor y no pudo ejercer más. Entonces lo que hacia era ir por las casa a poner inyecciones, y como tenia mucho dinero ya de sus padres, pusieron una farmacia con otro nombre. Digo todo esto porque la gente del barrio iba a la farmacia que era como ir al Monte de Piedad, o un prestamista. Pero el senyor Carlos nunca jamás cobró intereses a nadie, y a según que señora( porque lo que dices de los maridos es verdad) les perdonaba lo que había apuntado en una libreta que estaba a la vista de todos. Y es que todos debian. Montse, creo que esto que cuentas nos tendría que servir de lección a todos, porque a todos nos puede o nos pasa algo en esta vida.

Un petó

Montse dijo...

¡Qué lástima que mi madre no conociera al Sr. Carlos! Se hubiera ahorrado los intereses, Josep. Muy buena persona debía ser este señor porque normalmente, en épocas de crisis, los que tienen dinero aprovechan para hacer más. En estos tiempos que corren falta haría que siguiera habiendo gente así, pero esto está más complicado. Sí que es verdad que todos estamos en el mismo bombo y cada día se escucha más el tema de la gente en la calle que había tenido una vida normal hasta entonces. Oí en TV3 que iban a hacer una Marató para concienciar a todo el mundo sobre este problema. Gracias Josep, un petó.

Júlia dijo...

Buena pieza esa prima, igual que la señora de "beneficiencia", que bien se cobró el favor que le hizo a nuestra madre.

Con fiebre y todo, que guapo estaba Juanito el día de su comunión. Continúa siéndolo.

Cuantas penurias pasó la mama. Los maridos entregaban los míseros sueldos, pero éllas eran las que tenian que distribuirlos, eso si que era un milagro....

Es verdad Montse, que nunca hemos tenido celos y asi será para siempre,con el cariño que nos tenemos no cabe otro sentimiento.

Besitos.

Montse dijo...

Sí que pasó momentos duros la mama, Julia, era lo habitual entonces, por eso cuando nos quejamos ahora y lo comparamos, vemos que somos privilegiados. Es menester que no nos veamos en esa situación, esperemos. Besos.

Manel dijo...

Vaya jugada la fiebre de Juanito!! Al ver la foto -si no fuera porque mi traje era gris liso- podria decir que era la de mi comunión!!
Hace tiempo que estoy escaneando las fotos familiares, y desde luego, poco se llevan de una familia a otra. Normal ¿no?
Por cierto de esa oficina del "Monte" tengo todavía mi primera cartilla que me abrió mi abuela. ¡¡Escrita con plumilla de tinta claro!!
Y recuerdo más haber ido con mi madre al "Monte" de la c/. Ferran-Plaça Sant Jaume....^^ Supongo que por estar mas alejado del barrio....
Pd. En la tienda de Trini y Atanasio, me dejaban despachar de vez en cuando. Eramos muy amigos y andaba por su casa, casi más que por la mía.... ¡cuando me dejaban bajar a la calle, claro!!
Saludetes. :)

Montse dijo...

¡Hola, Manel! Esas abuelas abriendo cartillas para sus nietos, qué suerte. Nosotros ni teníamos cartilla ni abuelos, siempre me ha sabido mal no poder conocerlos. Mi hijo siempre me dice que hay que escanear las fotos, y bueno, he escaneado bastantes, pero es que hay una pila, así que lo iré haciendo poco a poco. La verdad es que están bastante estropeadas porque se han manoseado tantas veces...
Las fotos de las comuniones con la familia se solían hacer en el terrado que era donde había sol y claridad porque el barrio era bastante oscuro.
¡A que resultará que me has puesto tú algún día una libra de garbanzos cocidos!jajaja
¡Saludos!

Gemma dijo...

A ver, a ver. ¿Cómo ibas a tener celos de una niña tan preciosa como yo?
Increible los malabarismos que tenía que hacer la mama para llegar a fin de mes. !Que fuerte ha sido y es!

Montse dijo...

¡Eras la niña más bonita del mundo! y lo sigues siendo, que conste. La mama tiene una mala salud de hierro, como dicen por ahí, con lo que ha pasado... Besos.