viernes, 17 de febrero de 2012

20 - VERBENA DE SANT JOAN - ECONOMIA SUMERGIDA


   Al acercarse Sant Joan todos los críos del barrio íbamos acumulando en la "replaceta" sillas viejas, puertas, maderas, que recogíamos de los vecinos y aprovechaban entonces para deshacerse de los trastos viejos.


Antes sí era una noche mágica

    Formábamos una pila bien grande y la noche de Sant Joan la quemábamos formando una hoguera enorme. ¡Era tan emocionante! Los petardos los comprábamos en el herbolario de la calle Claveguera, cuyo dueño, El Sr. Emilio, era un señor que cojeaba y siempre llevaba un guardapolvos marrón. Ahí mismo comprábamos azúcar candi, palos de regaliz y pegadolça.

Regaliz
Pegadolça

   Los petardos que me gustaban era una tira de cartón con unas "uñas" de fósforo que las rascaba contra la pared y explotaban un momento, y también las bombetas. Lo que le gustaba a Julia era una especie de piedra de color rojo que se tiraba al suelo y echaba chispas, y supongo que a Juanito los que hacían más ruido, como a todos los niños.


Estos me gustaban

Los ruidosos
  
   Esa noche toda la familia nos reuníamos, normalmente en el terrado de Tantarantana, porque la tieta Dorín vivía en el último piso debajo del terrado y así lo teníamos todo cerca. Lo adornaban con farolilllos de papel y ponían música y desde arriba veíamos las hogueras del barrio.

Mi madre en el terrado de la calleTantarantana,
 a su lado, mi tía Matilde y su marido 
Fidel, detrás mi prima Lupe

     Nuestra madre era la que hacía la coca, que llevaba piñones, y su receta variaba siempre porque la hacía a ojo y unas veces le salía de una manera y otras veces le salía de otra. No la hacía de briox, como las que vendían, sino de bizcocho y cuando le ponía cerezas confitadas siempre se iban abajo, así que te las encontrabas de sorpresa.

Coca de Sant Joan


  Con Sant Joan llegaba el verano y se iniciaban las esperadas vacaciones escolares.

 Dejábamos atrás los abrigos
y el brasero

 Ibamos al parque...


    La tieta Matilde, hermanastra de mi madre, trabajaba en una tienda donde vendían artículos de papel y para fiestas. Esta tienda se llamaba Ayuso y estaba en la calle del Portal Nou, y allí mi madre recogía faena para hacer en casa. Eran farolillos para las verbenas, mi madre les pegaba el cartón por donde había que abrirlos, y durante esa época el comedor de casa parecía estar en una perpetua verbena. Recuerdo el olor de la cola blanca que se utilizaba para encolarlos. 

    Mi tía Dorín, durante mucho tiempo también hizo farolillos en su casa. Creo que la mitad de Barcelona se adornaba con nuestros farolillos.

También se hacían redondos

   En otra ocasión eran cromos que teníamos que meter en sus sobres y los cerrábamos con una cola que hacíamos a base de agua y harina. También pusimos gomas a unas viseras de cartón. Toda la familia participaba, era una tarea de todos, como desgranar guisantes o hacer ovillos con las madejas de lana.

 Pegábamos un montón de sobres
a la vez

    En casa de nuestra vecina Mercé también traían trabajo de fuera y colaboraba toda la familia, envolvían caramelos y también forraban cigarrillos y monedas de chocolate para Reyes. Mis hermanos y yo también nos apuntábamos a ayudarles porque era divertido y además nos íbamos comiendo algunos de los rotos, con el riesgo de coger un empacho.


Con nuestros vecinos  Jordi y Conxiteta
 en su casa, y la yaya Conxita 
con mi hermana Gemma

Ahora con la Ley sin tabaco ya no están
permitido los cigarrillos de chocolate

Era divertido envolver las monedas


   Mi padre sabía enseguida cuándo teníamos fiebre, aunque fueran unas pocas décimas. Apoyaba su mejilla en nuestra frente y decía "Esta nena tiene fiebre", y el termómetro lo confirmaba después.

   En aquella época, cuando tenías anginas con fiebre alta unas cuantas veces lo resolvían extirpándolas. Pocas personas de aquella época deben quedar con esas glándulas.

   Del día que me las quitaron recuerdo las piernas con unas medias blancas de la enfermera (es lo que tenía a mi vista) y que me dijeron "Ven guapa, que vamos a hacerte una foto", me ataron a una silla y yo gritaba "Mamaaaa". Un verdadero trauma. Menos mal que también había una parte buena, ya que la familia y las vecinas me traían algún regalito, como un trozo de coca tierna, pero sobre todo recuerdo una gallina de plástico que la apretabas hacia abajo y soltaba un confite a modo de huevo.

La parte buena es que te mimaban más

   Juanito recuerda que no lo durmieron bien para operarle y se enteró casi de todo, pobre... Y para "rematar la faena"  después en casa, Julia le tiraba por la ventana las fichas de un juego que le regalaron. Seguramente por uno de esos pequeños enfados. A ella después de su operación le regalaron un juego llamado Cha-cha-cha.

Este es el juego que le 
regalaron a Julia
  

10 comentarios:

Júlia dijo...

Que divertido eran los preparativos de la verbena y laborioso, pues no era nada fácil bajar los trastos viejos por aquellas escaleras tan estrechas. Lo curioso es, que si no se aprovechaba la hoguera de la verbena para tirar lo que no servía, se guardaba en casa esperando el fuego del año siguiente.

Había una cancion que siempre la he relacionado con la verbena de Sant Joan, que decia "a lo loco, a lo loco, a lo loco se vive mejor..."

Lo pasamos bien envolviendo caramelos, cigarrillos... venian en cajas de madera que se volcaba en el centro de la mesa emanando una olorcita muy dulce.

como muy bien dices Montse, era la económia sumegida de aquella época, en donde todos los hijos colaborábamos sin ningún tipo de trauma.

Que ojo tenia el papa, nunca se equivocó con la fiebre, era entrar en casa, mirarnos y decia "tiene fiebre".

Pobre Juanito, mira que tirarle las fichas, no lo recuerdo(esa memoria selectiva..), pero si el lo dice seguro que asi fué.

Sin anginas y todo, lo hemos pasado bien.

Petonets Montse querida.

Eastriver dijo...

jajajaja, me he muerto de la risa porque a mí también me ataron a una silla y ala, amígdalas fuera. Y en casa también hacíamos trabajos de economía sumergida, jaja. Nosotros hacíamos clavos. ¿Sabes cuándo vas a una ferretería y te llevas una cajita con diez tornillos, o diez clavos, o diez tacos? Bueno, pues nosotros recibíamos cajas de clavos, tornillos, de todo eso, y luego cartoncillos, cubiertas de plástico duro, y ya nos tienes, en fila, uno ponía los clavos y lo pasaba al otro que doblaba el cartón y lo pasaba el plástico por dentro, y luego lo pasaba a otro que grapaba el plástico al cartón, que lo pasaba a otro que lo ponía en grandes cajas para enviar a las tiendas...

Tenemos mucho en común. Lo único que no: mi madre no hacía cocas, que aunque con la cereza por dentro seguro que estaban buenísimas...

Montse dijo...

Es verdad, Julia, siempre había en todas las casas alguna madera durante meses esperando Sant Joan, y eso que no teníamos mucho espacio, pero no éramos tan tiquismiquis, que ahora todo nos molesta si no le encontramos un uso rápido.
Qué hartón de comer caramelos y chocolate nos dábamos ¿recuerdas el molde tan pesado para envolver las monedas? Todas las casas olían de diferente manera según el trabajo que se realizaba en ellas. Besos, cariño.

Montse dijo...

¡Hola, Eastriver!, cuándo veías una película que salía una silla eléctrica ¿no te recordaba el día de las anginas? a mí sí, jajaja. Siento mucho que fueran clavos porque no te los podías comer, como nosotros en casa de mi vecina, pero a la hora de hacer bricolaje teníais la mitad del material, por lo menos. Y las cocas (siempre las hemos llamado así, aunque fueran bizcocho) estaban buenísimas, toda la familia pedía la famosa coca de la tieta Antonia.
Un abrazo.

Mª Trinidad Vilchez dijo...

Cuanta memoria tienes querida Montse, las hogueras, Sant Joan y las verbenas que hacíais en la terraza, los petardos, las bombetas, a eso me atrevía yo, con las bombetas, pero más grandes no.
En casa de Jordi y Conxiteta, el bufet que hay detrás con espejo, mi madre en Sabadell, tenía uno en el comedor igual que ese.
Muy bonito y lleno de recuerdos, querida Montse, lo haces de fábula, y cuantísima memoria tienes, un besazo y BFDS.

Mari-Pi-R dijo...

Yo también tengo muy buenos recuerdos de la verbena de San Juan, en un momento también hice un post de ello.
Hay que ver como se hacían cantidad de cosas en las casas para luego ser vendidas, ahora todo se hace con las máquinas aunque quizás no habría mano de obra para ello actualmente.
Como siempre una magnifica entrada

Montse dijo...

Hola, Mari Trini, no creas, que a mí tampoco me gustaban los petardos gordos, con mis hijos sufría cuando tiraban esos tan tremendos, aunque nunca los he dejado ir solos. En casi todos los comedores había un bufet, en mi casa también había uno, y el pan lo guárdabamos en uno de los cajones. Lo cambiamos en su día por uno de esos horrorosos de fórmica que estaban de moda entonces. Besos y BFDS a tí también.

Montse dijo...

Siempre he pensado que las máquinas quitan el trabajo a muchas personas. Lo de trabajar en casa era una buena ayuda y una buena manera de que los hijos colaboraran y aprendieran que todo cuesta trabajo. Un beso y buen fin de semana.

Josep dijo...

Montse...Llavors un tros de fusta era un tresor
i amb una taula vella ja érem rics.
Pels carrers i les places anàvem de casa en casa per fer-ho cremar tot aquella nit de Sant Joan.
Érem quatre trinxeraires.
No en sabíem gaire de les llàgrimes que fan que volti el món.
Anàvem entrant a la vida.
Mai una mentida,no ens calia i res no ens robava el son...

En casa también se hacian trabajos extras.
Mi madre hacia "Colls i punys", y mi padre después de trabajar de dia iba a un taller que construian ballestaspara coches y camiones(ahora se han substituido por los amortiguadores) y cuando no le llamaban montabamos interruptores de casa Eran unos de porcelana, redondos, con el mando de madera y giratorio. Cuantos cortes me daba yo con la rebaba de la porcelana..
Un petó.

Montse dijo...

Tenía pensado poner esta preciosa canción de Serrat en este post, Josep, y cuando lo publiqué pensé "vaya, me he olvidado" pero como iba con prisas ya lo dejé así. Justamente ayer pensaba que en cada post hubiera podido poner una de Serrat distinta, porque nuestras vidas, la de la gente humilde está en cada canción suya, siempre me ha gustado y de jovencita me aprendía todas sus canciones.
Aquellos interruptores de porcelana, con su cable trenzado subiendo por las paredes... Ahora, los que se decoran el piso "retro" los pone hasta con el cable por fuera, como antes, todo vuelve, podían volver también muchos valores perdidos. Un petó.